Una casa de madera respira y absorbe la humedad, regulariza la temperatura interior y nos aisla del frío y calor excesivo, evita dolencias como reumatismo y respiratorios, pues purifica el aire. No es necesario poner aislantes artificiales para darles esa propiedad. Por si fuera poco, la madera es aislante del sonido, absorbiendo las ondas que recibe, tendremos una casa silenciosa del ruido y molestias externo, pudiendo descansar placenteramente algo primordial en estos tiempos que corren en donde reina el estrés.
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